vuestras manos

Era una mano agrietada con surcos de sangre por las heladas. Una mano humilde y poderosa que solventaba los sueños una mano que pendía de un hilo y sin embargo era invencible. Era una mano campesina que un día amasó amores. Una mano que sostuvo la vida y encendió la luz de un pueblo. No era una mano fina y delicada pero dentro de su forma y figura era una mano hermosa. Miré la mano que sembró la tierra era una mano multiplicada una mano surtidora de panes una mano vestida de esperanza que agotó cada gota de sudor y se dio por entera. Miré la mano que sembró la tierra y era una de mano mujer que afirmaba los pilares de la vida.

minute

Me ha sido dado el don de un minuto

como un tesoro de sesenta segundos

no lo pedi, pero tampoco hubiera podido rehusarlo

no lo busque ni lo escogí, tuve que aceptarlo;

sobre mis hombros pesa la gravedad de un minuto,

¡que desgracia tan grande si lo pierdo!

¿que cuentas rendire si lo uso mal?


!Ironia!, que cosa tan pequeña como un minuto
y que encierre, sin embargo, la misma eternidad!

Al otro lado de la puerta

Otro año más allí estaban. Una masa humana en la puerta, locos por entrar. Todos querían ser los primeros en disfrutar de ellas, que esperaban al otro lado de la puerta. Allí, juntas y asustadas, esperaban para ser observadas, deseadas, manoseadas, probadas y, finalmente, compradas. Algunas, antes incluso de ser compradas, serían marcadas o desgarradas por ellos siendo retiradas del mercado.

Las puertas se abren, empiezan las rebajas.

Las prendas empiezan a sentir los pasos de los consumidores acercándose, locos por gastar dinero.