Cuando dejé de pensar en mí como un astro opaco, sin brillo propio, comprendí que puedo ser el sol que hace girar a otros astros a mí alrededor; mas no de mi ego, sino de la felicidad reflejada en ese rictus tan peculiar, que forma tu cara cuando dejo de pensar en mis propios problemas, para observar el infinito del universo y darme cuenta, al fin y al cabo, que solo soy algo insignificante, como mis preocupaciones, al contemplar la grandeza de otras constelaciones y verme tal cual soy en el reverbero de su simpleza, el brillo de la vida formada por esa estrella fugaz de tu persona, perpetua como la estela que me ha otorgado tu sonrisa, dejando un trozo de ti en mi. El hecho irrefutable de la alegría. Porque cuando ríes, todos ríen contigo...
Porque cuando lloras, lloras solo...
Cuando me olvide de mí, pude recordarte a ti.
Gracias.
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